miércoles, 1 de julio de 2009

Ni hablar mujer, traes puñal

Dante no esperaba gran cosa en ese día, simplemente se levantó como tantos otros y visitó a un amigo que organizaba una comida, no desperdiciaba las ocasiones de comer gratis.
El destino parecía haberlo esperado, miró fijamente a los ojos de Mérida, le resultaba imposible retirar la mirada de esos ojos llenos de candidez y esas pestañas tan minuciosamente arregladas, nunca vió unas iguales, nunca unos ojos le hicieron sentir ese extraño deseo de querer morir entre las piernas de una mujer mirando fijamente sus dilatadas pupilas.
Hizo la debida introducción y la plática se tornó amena, a Mérida le había espantado un poco la mirada de Dante, acusadora, lasciva. Él platicaba cosas sin importancia y contaba sus mejores chistes pensando sólamente el porqué de las costumbres de los humanos, de los convencionalismos ridículos de la sociedad; él hubiera preferido sencillamente decirle que la amaba y que no se iba a permitir vivir sin ella.
Ella se dió cuenta, acababa de pelearse con su novio y pensó que una manera perfecta de venganza sería acostarse con un perfecto desconocido.
Dante la deseaba, las pestañas de Mérida lo turbaban, sonreía, no recordaba la última vez que tuvo tantas ganas de hacerle el amor alguien que no conocía, normalmente era enamoradizo, pero se tomaba su tiempo, le gustaba retrasar el placer, lo suyo con ella no podía ser sólo algo carnal, pero por el momento debía ser sólo carnal.
De alguna manera en el transcurso de la noche y con el devenir de confianzas que sólo el alcohol puede otorgar, Dante y Mérida se hacían cada vez más íntimos, ya platicaban del destino y de cosas intangibles y ceremoniales, la noche se volvía personal, no existían otros invitados al convivio. A ella le agradaron muchos aspectos de Dante, con un silencio mutuo acordaron hacer el amor.
El departamento de Mérida era agradable, con muy poco espacio en la cocineta, pero un dormitorio muy amplio.
La noche se llenó de besos y caricias, el sexo, al principio tierno y amoroso se tornaba por momentos imprudente y agresivo.
Eran casi las cinco de la mañana cuando Dante abrió la ventana para respirar aire puro, aire sin sudor ni sexo, refrescaba una agradable brisa matinal que recibía en su cuerpo cubierto de sudor, Dante se ejercitaba, le gustaba la línea muscular del torso que va hacia el pubis y que fascinaba a las mujeres, quitarse la camisa hacía que lo desearan, el lo sabía bien. Mérida era mas bien gordita, pero nunca se sintió pudorosa de su imagen, era una mujer inquietante, su hermosura tal vez radicaba en sus carnes, la vió desnuda, casi dormida, mas hermosa que cualquier desnudo en pintura que pudiera recordar, sus pechos eran especiales, su pubis era como el placer de la eternidad encarnado en mujer. Sonrió, le encantaba esa mujer, ella también lo vió y entre sueños se sentía dichosa de haber encontrado al fin alguien con quien se identificara de esa manera, por primera vez en algunos años recordó lo que era ser mujer.
A la derecha de la ventana había un letrero gigante de cigarrillos, cada vez que veía uno recordaba "El Aleph" se dió cuenta que nunca terminó de leerlo, sonrió mientras pensaba "cambiará el universo, pero yo no" así que sacó un cigarro de su pantalón y decidió que lo dejaría hasta mañana, un cigarro postcoito era fundamental en ese momento. Encendió el cigarro, dejó que el humo penetrara en sus pulmones y sintió la vida y el placer en cada bocanada. Todo sucedió en un instante, no supo que pensar cuando el frío acero penetró su cuerpo doce veces en doce lugares distintos de su espalda, volteó a ver los ojos hermosos de su amada llenos de ira y la mano izquierda de Mérida que sostenía el ya no tan frío acero de un cuchillo de cocina lleno de su propia sangre, cosa curiosa, no se había dado cuenta que era zurda. No le dió tiempo de dejar de amar a esa mujer antes de dar el último suspiro y morir con el cigarro apagado en su propia sangre, con sus pulmones vacíos de humo y llenos de sangre.
A Mérida no le gustaban los fumadores.

4 comentarios:

  1. Uy, y me hicieron falta un par de frases de esas cautivadoras, decidí dejarlas para otra historia, espero no haber hecho mal. cuídate

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  2. eso viene de tu propia inspiración ???

    eso es bueno jo!!

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  3. Sipi, todo lo que esté aquí y no sea de mi inspiración llevará crédito.
    Y muy pronto... cuento 2

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